Alfonso Graña, el gallego rey de los jíbaros.
Por Maximino Fernández Sendín
Alfonso Graña, figura entre los miles de gallegos, que emigraron, al continente americano huyendo de la pobreza, con la esperanza de encontrar fortuna. Pero su historia se convirtió en una de las más grandes aventuras, que un hombre blanco ha podido vivir y contar, entre los temibles indios jíbaros, reductores de cabezas “inatacables a toda civilización”, sobre los que llegó a reinar durante 12 años, en un territorio, que abarca como media España.
Fue el primer hombre blanco, que llegó a conocer su lengua, actuando como intérprete de su cultura y la “civilización”, así mismo, en las expediciones, tanto científicas como comerciales –en busca de petróleo–que recorrieron “su territorio”; y también de los primeros misioneros, que iniciaron la evangelización, de las tribus, que habitaban aquel inmenso territorio.
Alfonso Graña, civilizó y pacificó, a estos belicosos indios, enseñándoles muchas artes.
Personaje extraordinario, aventurero, audaz, adelantado de su tiempo, pacificador, civilizador, héroe, único e irrepetible,...y sin embargo era un desconocido, en Galicia . Ni tan siquiera era recordado, en su aldea natal, Amiudal (Avión), cuando inicié mis investigaciones, a pesar de ser una de las figuras mas relevantes de principios del siglo XX, tal como lo reconoce la Real Academia de la Historia, la cual me ha solicitado, una biografía, que será incluida en el Diccionario Biográfico Español, figurando entre los 40.000 personajes de toda la Historia Hispana.
Partió “solo y analfabeto” de una de las aldeas más pobres y remotas de Galicia, próxima a la gran Sierra del Suido, y terminó convirtiéndose en, apu, jefe, “rey”, de las temibles tribus jíbaras, aguaruna y huambisa, del Alto Marañón, “reinando” hasta que le sobrevino la muerte, por enfermedad.
Una historia increíble, por lo que era necesario una extensa documentación, para avalar, esta vida, apasionante y real.
En mi trabajo, me he apoyado en el rigor y prestigio de dos personajes, contemporáneos, con Graña, de los más relevantes del siglo pasado, como lo son: Víctor de la Serna y el también, gallego, capitán e ingeniero de aviación, Francisco Iglesias Brage, quienes a través de artículos en prensa, cartas, y otros documentos, dieron a conocer sus gestas, expresando su respeto y admiración, por la figura de Alfonso Graña.
Sin embargo, Galicia, una vez más, mantenía a uno de sus hijos más ilustres, en el olvido, sólo una breve reseña, en la Gran Enciclopedia Gallega y unos, escuetos, artículos en prensa. Por todo ello, en mi obra de 229 páginas, me he esforzado, en documentar su contenido, aportando una extensa documentación escrita y gráfica, inédita, para avalar la vida, de este personaje, legendario, único e irrepetible, que bien merece, proyección mundial.
Víctor de la Serna, nunca llegó a conocer a Alfonso Graña pero se nutria, para sus crónicas; de la información que enviaba, otro gallego polifacético y genial, de Ribadavia, llamado Cesáreo Mosquera, que en Iquitos (Perú) regentaba, la célebre librería “Amigos del País” lugar de reunión de muchos emigrantes y donde acudía también, Graña, cada vez que bajaba de la selva; aprovechando la ocasión para relatarle, cuanto pudiera ser de interés, para el Capitán Iglesias Brage, que estaba en los preparativos de organización de una expedición, científica, al Amazonas, la renombrada “Expedición Iglesias Brage” que aunque nunca llegó a materializarse, algunos estudiosos lo califican como “El proyecto científico, español, más relevante del siglo XX”.
Y ésta es:
LA HISTORIA
Ildefonso Graña Cortizo, más conocido como Alfonso Graña, nació en la parroquia de Amiudal (1878) –Avión– (Ourense). Fue, rey (apu) de las tribus jíbaras, aguaruna y huambisa, en el territorio que conforman los ríos Nieva, Santiago y Alto Pastaza, en el Alto Marañón.
Galicia, a finales del siglo XIX, vive una situación extrema. La pobreza y las enfermedades, que castigaban, secularmente las comarcas de la montaña gallega, se agudizaron en esta época, lo que motivó, una emigración masiva hacia América. Alfonso Graña, como otros muchos de la zona, embarcó con destino a Manaos (Brasil) que vivía la "fiebre"del caucho. Unos años más tarde, (1900) se traslada a Iquitos (Perú) y es a principios del siglo pasado (1922) cuando comienza su increíble aventura, en lo más profundo de la selva Amazónica, entre los temibles e indómitos, indios jíbaros del Alto Marañón.
En Iquitos, trabaja como cauchero y buscador de oro <
Las mejores semblanzas de Alfonso Graña se las debemos al prestigioso, periodista y escritor, Víctor de la Serna Espina (hijo de la escritora Concha Espina), que fue, su principal cronista, dedicándole magníficas y épicas semblanzas en varios artículos, en el periódico “Ya” (1935) y en otros medios de comunicación, donde recoge su vida y gestas. Y fue De La Serna quién le otorgó, el sobrenombre de “Alfonso I de la Amazonia”
Y en una de estas crónicas, describe, cómo Graña, decide internarse en la selva, tras la crisis del caucho en 1922: “...hubo un éxodo de caucheros hacia Iquitos, la ciudad capital, de Loreto, estado amazónico del Perú... Alfonso Graña preguntó sencillamente “¿Qué hay para el Oeste?” “Nada” le contestaron. El misterio para hollarle, las tiniebla para rasgarla, está siempre para el español por el lado del Poniente. Un día, navegando ese rumbo, multiplica el mundo por dos y descansa por unos siglos... Como por el Oeste no había nada, Graña partió para el Oeste; solo y analfabeto igual que había partido, también para el Oeste, desde Ribadavia, hacia nuestra Señora del Mar Dulce”.
De La Serna, continúa el relato:
“Al cabo de un par de años se supo por unos indios jíbaros, de la tribu de los huambisas, que allá por la gigantesca grieta que el Amazonas abre en el Ande; hacia el Pongo de Manseriche...vivía mandaba y reinaba un hombre blanco, Graña era el rey de laAmazonia”.
“Un día, hacia Iquitos, avanzó por el río una “xangada” con indios jíbaros, muchas mercancías... y Graña. Le reconocieron sus amigos y, sobre todo, con doble alegría, Mosquera...”
Durante varios años se pierde su rastro, hasta que un día aparece en Iquitos con remeros indios y dos balsas cargadas con productos de la selva.
Allí visita a su amigo y vecino de Ribadavia, Cesáreo Mosquera, propietario de la librería “Amigos del País” lugar de encuentro de muchos emigrantes. Mosquera por aquellas fechas tuvo conocimiento de que el prestigioso capitán de aviación, Francisco Iglesias Brage, también gallego (Ferrol) piloto de renombre, preparaba una expedición al Amazonas y le escribió para brindarle su apoyo, y el de Graña; Iglesias Brage muy complacido, acepta el ofrecimiento, dando, así, comienzo, a una rica y extensa correspondencia, que comienza en 1931 y finaliza en 1935
Durante estos cuatro años, Graña, cada seis meses, aproximadamente, bajaba de la selva a Iquitos, le acompañaban varios indios <<… en la ciudad les curaba las úlceras de las piernas, les cortaba el pelo, les invitaba a helados, los llevaba al cine…los vestía de frac y sombrero de copa…>> <<>> También Alfonso Graña , aprovechaba su estancia en Iquitos, para relatar a Mosquera, cuanto pudiera ser de interés para la Expedición, y dejarle muestras de plantas y productos de la selva, que Mosquera envía al capitán Iglesias Brage, quien a su vez, facilita ésta información a Víctor de la Serna, para elaborar sus crónicas, y que, en una de ellas, escribe:
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Su sagacidad e inteligencia le permitieron realizar la encomiable tarea <
Cuando, la Standar Oil y la Standar California, quisieron explorar el territorio en busca de petróleo, tuvieron que pactar con Graña, quien los guió a través de la selva <<…y los americanos pudieron vivir y comer…>> En 1932 la Latín American Expedition, una expedición científica, dirigida por Mr. Williers se perdió en la selva, Graña salió en su auxilio aprovisionándolos de <
Un año, antes de su muerte, Alfonso Graña, protagoniza una de sus mayores aventuras, en un episodio de los más arriesgados y trascendentales de su vida, que le dio fama y dinero, y que fue recogido por diferentes medios de comunicación de la época, tanto de Perú como de España y Portugal… que tengamos conocimiento.
En 1933 un avión de las Fuerzas Aéreas Peruanas se estrelló en la selva, falleciendo el piloto, Alfredo Rodríguez Ballón. Como era de familia noble del Perú, el comandante de la base aérea en Iquitos, encarga a Alfonso Graña, el traslado de los restos del piloto.
Con la ayuda de sus fieles indios, Graña; embalsama el cadáver, construye un ataúd con madera y chapas y en dos balsas de más de 10 metros que el mismo había construido, traslada el féretro y dos hidroaviones desarmados (que también habían acuatizado en el mismo lugar y sufrido desperfectos) hasta Iquitos, teniendo que atravesar, para ello, el temible Pongo de Manseriche, un rápido que traga, canoas y barcos y cuanto intenta desafiarlo, en una epopeya sin precedentes.
Y así describe, el final de esta increíble aventura, Víctor De La Serna:
<<…Un día por el Amazonas, descendió, una balsa extraña. En su centro, una especie de túmulo cubierto de follaje. A popa, las banderas de Perú y España a media asta… Graña había encontrado el cadáver del aviador, lo había embalsamado, lo había metido en un rico ataúd de olorosas maderas de la “jungla” y lo devolvía a su patria. Maravilloso gesto de señor, por el que el gobierno del Perú le confirmó el disfrute exclusivo y perpetuo de las salinas de su reino y le autorizó “oficialmente” para seguir dominando la zona>>
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En la actualidad el Aeropuerto de Arequipa (Perú), lleva el nombre del piloto rescatado por Graña “Aeropuerto Internacional Alfredo Rodríguez Ballón”
MUERTE DE ALFONSO GRAÑA
Alfonso Graña falleció en la selva en 1934 a los 56 años de un cáncer de estómago, con la respetuosa veneración de los indios jíbaros.
Tuvimos la enorme fortuna de rescatar de los archivos, el documento de la causa de la muerte de Graña , y es, una carta, enviada por Luís Mairata, residente en Iquitos (Perú) que lleva fecha 1 de diciembre de 1934 y va dirigida al “Señor Capitán Iglesias Brage” Madrid.
Y dice así: <<…Le supongo enterado de que el pobre Graña murió el mes pasado cuando se dirigía a su fundo en el Marañón, El Pobre padecía de cáncer de estómago y no tuvo remedio>>.
Del mismo modo, Cesáreo Mosquera había enviado al capitán Iglesias Brage un recorte de prensa donde se recogía la muerte de Alfonso Graña y un tiempo después, el capitán, contesta a Mosquera: <<>>.
A continuación transcribimos parte del artículo, en que Víctor De La Serna “hace un funeral literario” en el periódico “Ya“ ( enero de 1935) a Alfonso Graña, tal como le había encargado el capitán Iglesias Brage. Es más que una crónica, es toda una oda, al héroe, a la figura, al adelantado, al admirado:
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Acaba de morir nadie sabe aún como. Si España tuviera un sentido de su destino, le hubiera hecho el funeral del héroe. Detrás de Graña en tránsito, detrás de su alma simple, como la de una criatura elemental, la selva se habrá cerrado en uno de esos estremecimientos indecibles del cosmos vegetal.
Se volverá a abrir en un gesto de entrega siempre virginal, ante la planta de un español. Tengo que hacer el funeral literario de Graña, cuando pensaba hacer un canto optimista. Es igual. En el umbral tembloroso de lo desconocido, está el cáñamo de una sandalia española.
Como un español. Que no se acaben, Señor, que no se acaben, ni permitas Tú que se acaben, por los siglos…
Ahora mide, lector, conmigo, la magnitud de estas palabras:
“¡ Graña ha muerto!”
Roguemos al Dios de las selvas y de los mares y de los cielos por su alma pura como un ala de una garza>>.
Esta es parte de la abundante documentación localizada, por el autor, que avala, los escritos de Víctor de la Serna, al que se debe, principalmente, las mejores semblanzas de Alfonso Graña y que haya permanecido en la historia, sin olvidar la inestimable colaboración de su amigo, Cesáreo Mosquera (Costeíra – Ribadavia).
NUEVOS DATOS Posterior a la publicación, en 2005 del libro “Alfonso I de la Amazonia Rey de los Jíbaros”, el autor continúa investigando al personaje y ofrece nuevos datos e información: La Real Academia de la Historia ha solicitado del autor, una biografía de Alfonso Graña, por lo que figurará entre los 40.000 personajes de todos los tiempos de la Historia Hispana, en el Diccionario Biográfico Español, obra magna de la Real Academia, que se encuentra en elaboración. Alfonso Graña entra así, por la puerta grande de la Historia, con el reconocimiento académico, al más alto nivel.El autor ha localizado en Iquitos a dos sobrinas de Alfonso Graña (Florinda de 77 años y Rosa de 84) hijas de Florinda Graña, la hermana que en 1910, llevo con él para Iquitos, tras el único viaje que hizo Graña a su aldea natal. Esta familia de Iquitos envió al autor, nuevas fotografías, inéditas, donde aparece Graña con su hermana Florinda, muy elegantemente vestidos, en una fiesta de presentación en Iquitos. Otras dos fotos en las que aparece Alfonso Graña con indios y misioneros en la selva y otras más de la familia, todas ellas de gran valor e interés, así como otros documentos.
Antonio Abreu, viajó al Amazonas en busca de los descendientes de Alfonso Graña, ha localizado a un indio que lleva el mismo nombre (Alfonso Graña) y dice ser familia de él, aunque pensamos que por los datos que aporta, es bastante improbable, lo que si quedó constancia es que los indios de la zona, conservan su memoria y manifiestan que “fue el apu de apus” (el rey de reyes). También, Abreu les dejo varios libros del autor, manifestando el maestro, que lo iba a utilizar en la escuela.Un familiar del piloto rescatado por Graña (Rodríguez Ballón) ha contactado con el autor.
En 2007 murió en Amiudal, lugar de nacimiento de Alfonso Graña, su hermanastra Teresa Graña, a los 99 años. También en este mismo año falleció en Amiudal, Asunción Graña de 86 años prima de Alfonso Graña.
En Amiudal el autor ha adquirido una casita de más de tres siglos, que perteneció a la familia Graña, para convertirla en Casa Museo Alfonso Graña.
TVE ha dedicado a Alfonso Graña un reportaje de 45 minutos (Programa crónicas en la 2) Antena 3 y otras TV. Prensa: El País, El Mundo, Faro de Vigo, La Voz de Galicia,…
Así mismo, el autor ha localizado una publicación, del P. Martín Cuesta, (1953) misionero en el Amazonas, (fundó la misión de Santa Maria de Nieva) donde hace referencia a la memoria de Alfonso Graña y habla de su mujer (Macato) y de un hijo de éstos, que fueron a curarse de sarampión, a la misión.
Tras el contacto con esta familia, sobrinas de Alfonso Graña, que aún residen en Iquitos y con las que mantengo, contactos telefónicos periódicos, la mayor de 84 años. Que se llama, Rosa Iglesias Graña, me contó este relato escalofriante. “Alfonso Graña tuvo dos hijos con la hija del jefe de los jíbaros, ambos de tez blanca, ojos celestes y cabello rojizo. La niña (que era la mayor) murió muy joven, a los 10 años, a consecuencia de los golpes que su madre le propinó en la cabeza, tratando de impedir, que el padre se llevara al hermano de siete años, a conocer su familia en Iquitos, hijo de ambos, llamado también, Alfonso, pensando probablemente que no lo volvería a ver.
Y así describe Dña. Rosa, la muerte de la niña: "...la madre golpeaba a la niña contra el árbol más cercano, mirando a Alfonso para que desistiese del viaje, pero él bajó la cabeza y subió con su hijo menor, a la balsa, que estaba repleta de plátanos, carne disecada y otros productos, y puso rumbo a Iquitos a ver a su hermana".
Bibliografía
Bibliografía consultada:
Fernández Sendín, Maximino "Alfonso I de la amazonía". Rey de los Jibaros. La increíble y veraz historia de Alfonso Graña, el gallego que reinó entre las tribus jíbaras del Alto Marañón Pontevedra. Fundación Comarcal Paradanta. 2005.
V. de la Serna. "Mosquera y Graña, capitanes de la selva". Crónica de la Expedición Iglesias al Amazonas. Núms. 11-12. Madrid, sep-oct. 1933.
De la Serna. "Gestas de españoles contemporáneos". Diario "Ya" 1935.
G. Allegue. Galegos as mans de América. Ed. Nigra. 1992
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