LOS BENEFICIOS DE LA COMPAÑÍA - COMO COMBATIR LA SOLEDAD
Por : Maximino Fernandez Sendin
LOS LAZOS INVISIBLES
Como decíamos al principio, la más tremenda ,de los diferentes tipos de soledad ,es aquella, que los expertos denominan "soledad sin esperanza" cuando llegamos a pensar , a sentir, que nadie nos quiere , nadie se interesa por nosotros…
Porque cuando estamos solos físicamente , pero sabemos , pensamos ,que aunque sea, a miles de kilómetros, alguien nos espera, nos quiere o necesita, entonces no nos sentimos solos, no sentiremos ese grado de soledad terrible .
Estamos "unidos por unos fuertes lazos ,Y a esto llamaremos " lazos invisibles " pues son intangibles, no se ven, son invisibles, pero están ahí y son muy fuertes e importantes, ya ,que con ellos nunca vamos a padecer de esa soledad del alma, soledad sin esperanza, a la cual hacíamos referencia.
He visto, observado , en muchas ocasiones de mi vida, como , cuando se rompen ,también ,estos "lazos afectivos, invisibles", muchas personas , han caído en la más profunda depresión.
A estos lazos invisibles, hay personas que no le dan valor porque no son conscientes de que existen y de su importancia en nuestra vida y llegan a decir por ejemplo: “ ...estuve 15 días de vacaciones, solo ,y que bien lo pasé…” Y todo ello porque no es consciente que disfrutó de esos 15 días, solo , porque en el fondo sabía que cuando regresara , alguien le estaba esperando, pero si no fuera así ,serian los días mas amargos de su vida, probablemente .
Y es que no somos conscientes, que en ocasiones, esos lazos invisibles ,son nuestro único sostén anímico, y gracias a ellos podemos vivir sin padecer soledad.
Cuidemos, por lo tanto, esos lazos invisibles que son tan importantes en nuestra vida , para nuestra estabilidad emocional.
LOS BENEFICIOS DE VIVIR EN COMPAÑÍA O EN PAREJA
Aunque este estudio se refiere a las personas que viven en matrimonio es extensible a las personas que viven en compañía o en pareja sin estar casados , aunque para muchas personas le da mayor seguridad la vida de casados , parece como si todo estuviera mas “atado” y por lo tanto estamos mas seguros , aunque no siempre es así y cada vez menos ya que una parte importante de personas da el mismo valor a la pareja de echo que de derecho.
IMPORTANCIA DEL MATRIMONIO ENTRE LOS ADULTOS
Por Glenn T. Stanton
¿Es el matrimonio una institución anticuada, pasada de moda? ¿Acaso es sólo un pedazo de papel que no tiene ningún verdadero impacto en nuestras vidas?
Los investigadores han descubierto que el matrimonio tiene un impacto mucho más grande en nuestras vidas de lo que muchas personas suponen. Esto es especialmente cierto en el área de la salud y el bienestar de los adultos. La socióloga Linda Waite y la investigadora Maggie Gallagher dan la explicación: “Es sorprendentemente clara la evidencia que se obtuvo en cuatro décadas de investigación: Un buen matrimonio es lo mejor para que, tanto hombres como mujeres, vivan una larga vida, llena de salud”.1 En promedio, los hombres y las mujeres que se han casado por primera vez disfrutan de un nivel más alto de salud física y mental que aquellas personas que son solteras, divorciadas o que están viviendo en concubinato.
James Q. Wilson, uno de los sociólogos líderes, explica que:
Las personas casadas son más felices que aquellas personas que son de la misma edad y que no se han casado. Esto es cierto en varios países en los que se ha hecho la misma encuesta. Y al parecer existen buenas razones del por qué de esta felicidad. Las personas casadas no sólo cuentan con un ingreso más alto que las que no están casadas, y disfrutan de un apoyo emocional mayor, sino que también tienden a ser más saludables. Las personas casadas viven más tiempo que las que no están casadas. Esto también se ha comprobado en varios países. 2
Investigaciones hechas en la Universidad de Massachussets concluyen que:
Algo muy constante, que se ha observado en las investigaciones sobre la salud, es que las personas casadas disfrutan de una mejor salud que aquellas personas que están en otra categoría [en cuestión de relaciones].3
El doctor Robert Coombs de la Universidad de California evaluó más de 130 estudios empíricos publicados en el siglo 20 acerca del impacto que el matrimonio tiene en el bienestar de una persona. Él descubrió que estos estudios indican “una relación íntima entre el estado matrimonial y el bienestar personal”.4
El alcoholismo
En su evaluación, el doctor Coombs descubrió que 70 por ciento de los alcohólicos crónicos eran divorciados o estaban separados de su cónyuge, y que sólo l 15 por ciento eran casados. Los hombres solteros (en contraste con los hombres casados) son tres veces más propensos a morir de cirrosis hepática.5
Una vida más larga y saludable
Las personas que no están casadas pasan dos veces más tiempo como pacientes en hospitales y tienen niveles de actividad más bajos que las personas casadas.6
Investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Erasmo en Rotterdam (Holanda) reportan que “las personas casadas tienen los índices más bajos en morbosidad [enfermedad], mientras que las personas divorciadas tienen el índice más alto”. La profesora Linda Waite de la Universidad de Chicago descubrió que “la relación entre el matrimonio y los índices de muerte han alcanzado la categoría de una verdad obvia, al observarse en varias sociedades y entre varios grupos sociales y demográficos”. 7
En el discurso presidencial que la profesora Waite dio a la Population Association of America (Asociación de la Población de América) en 1995, ella explicó que los beneficios del matrimonio sobre la salud son tan fuertes que un hombre casado que sufre alguna enfermedad del corazón es de esperarse que viva un promedio de 1,400 días más (¡son casi 4 años!) que el hombre que tiene un corazón saludable pero que no está casado. Esta expectativa de una vida más larga es aun mayor para un hombre casado que tiene cáncer o que está pasado de peso 20 libras, en comparación con un hombre saludable que no está casado. Las ventajas para las mujeres son similares. 8 Investigaciones adicionales, hechas por la Universidad de Yale, indican que se puede esperar que un hombre casado que fuma más de una cajetilla de cigarrillos al día viva tanto tiempo como el hombre divorciado que no fuma. 9
Las investigaciones del doctor Coombs encajan con estos descubrimientos: “Prácticamente, cada estudio sobre la mortalidad y el estado matrimonial demuestran que tanto las personas del sexo femenino como las del masculino, que no están casadas, tienen mayores índices de muerte, ya sea debido a un accidente, a una enfermedad o a heridas causadas por sí mismos, y esto se refleja en cada país que mantiene un archivo con sus estadísticas exactas sobre la salud”. 10
Investigaciones publicadas en JAMA [(Journal of the American Medical Association (Revista de la Asociación Médica Americana)] descubrieron que las curas para el cáncer son mucho más exitosas (de 8 a 17 por ciento) cuando el paciente está casado, y el estar casado es comparable con estar en una edad de categoría 10 años más joven. 11
Salud mental
Investigaciones hechas en 1936 demuestran que los índices de primeras admisiones psiquiátricas en hombres que sufrían esquizofrenia eran 5.4 veces más altos en los hombres que no estaban casados que en los hombres que estaban casados. El doctor Benjamín Malzberg, autor de este estudio, llegó a la siguiente conclusión: “La evidencia parece clara de que la población casada tenía, en general, índices mucho más bajos de enfermedades mentales que cualquier otro grupo matrimonial.” 12
Otras investigaciones más recientes llevadas a cabo conjuntamente en las universidades de Yale y California, reportan que:
Uno de los descubrimientos más consecuentes en la epidemiología psiquiátrica es que las personas casadas disfrutan de una mejor salud que las personas que no están casadas. Los investigadores han encontrado, en forma constante, los índices más altos de trastornos mentales entre las personas divorciadas y separadas de su cónyuge, los índices más bajos entre las personas casadas y los índices intermedios entre las personas solteras y viudas. Ellos también encontraron que una pareja cohabitante no puede duplicar estos beneficios del matrimonio. 13
Felicidad general
Un estudio publicado en el Journal of Marriage and the Family (Revista del matrimonio y la familia) examinó la relación entre la felicidad personal y el estado matrimonial en 17 naciones industrializadas que tenían “diversos sistemas sociales e institucionales”. Este estudio descubrió que:
Las personas casadas tienen un nivel mucho más alto de felicidad que las personas que no están casadas. Este efecto fue independiente de las protecciones financieras y de la salud que el matrimonio ofrece, y también fue independiente de otras variables de control, incluyendo aquellas ocasionadas por condiciones sociodemográficas y de carácter nacional. 14
En otros estudios también se descubrieron estos mayores niveles de felicidad en las personas casadas. 15
Misceláneos
Investigaciones adicionales demuestran que el matrimonio:
• Provee los niveles más altos de placer sexual y realización personal en los hombres y las mujeres. 16
• Protege en contra de los sentimientos de soledad. 17
• Protege a las mujeres de la violencia doméstica y general. 18
• Realza la habilidad que los padres tienen para criar a los hijos. 19
• Ayuda a crear mejores empleados y de mayor confianza. 20
• Aumenta los ingresos y los ahorros individuales. 21
Investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Colorado indican el por qué el matrimonio es tan benéfico para los adultos:
Generalmente, en comparación con las personas solteras, las personas casadas comen mejor, se cuidan mejor y tienen un estilo de vida más estable, seguro y programado. 22
Claramente, los hombres y las mujeres casados proveen mejores cosas para la sociedad que los hombres y las mujeres que no están casados. Es menos probable que los esposos y las esposas sean una carga para el sistema del cuidado de la salud o que sean un desgaste para los beneficios del seguro de salud de una compañía, debido a que ellos tienen mejor salud y una mayor habilidad para recuperarse de las enfermedades más rápidamente y con mayor éxito. Ellos son menos propensos a faltar al trabajo debido a enfermedades. Y son menos propensos a cambiar de trabajo una y otra vez. Es menos probable que ellos sufran de alcoholismo u otro abuso de sustancias químicas, y son menos propensos a tener otros comportamientos riesgosos. Es mucho menos probable que las mujeres casadas sean víctimas de alguna clase de violencia, ya sea ocasionada por el esposo o por un extraño. Ellas se sienten menos solas y son más felices. Las personas que son más felices son mejores ciudadanos, mejores empleados, y mejores vecinos. Estas personas dan un mejor reporte acerca de que disfrutan la tarea de criar a los hijos y tienen más éxito en la misma. Este sinnúmero de investigaciones de la ciencia social nos dice que el matrimonio es un tesoro serio y valioso de la comunidad.
Notas
1Linda J. Waite and Maggie Gallagher, The Case for Marriage: Why Married People are Happier, Healthier, and Better Off Financially, (New York Doubleday, 2000), p. 64.
2 James Q. Wilson, The Marriage Problem: How Our Culture Has Weakened Families (New York: Harper Collins, 2002), p. 16.
3 Katherine Reissman and Naomi Gerstel, “Marital Dissolution and Health: Do Males or Females Have Greater Risk?” Social Science and Medicine 20 (1985): 627-635.
4 Robert Coombs, “Marital Status and Personal Well-Being: A Literature Review,” Family Relations 40 (1991): 97-102.
5 Coombs, 1991, p. 97.
6 Lois Verbrugge and Donald Balaban, “Patterns of Change, Disability and Well-Being,” Medical Care 27 (1989): S128-S147.
7 I.M. Joung, et al., “Differences in Self-Reported Morbidity by Marital Status and by Living Arrangement,” International Journal of Epidemiology 23 (1994): 91-97.
8 Linda J. Waite, “Does Marriage Matter?” Presidential Address to the American Population Association of America, 8 de abril de 1995; Linda Waite, “Does Marriage Matter?” Demography 32 (1995): 483-507.
9 Harold Morowitz, “Hiding in the Hammond Report,” Hospital Practice (agosto de 1975), p. 39.
10 Coombs, 1991, p. 98.
11 James Goodwin, et al., “The Effect of Marital Status on Stage, Treatment, and Survival of Cancer Patients,” Journal of the American Medical Association, 258 (1987): 3152-3130.
12 Benjamin Malzberg, “Marital Status in Relation to the Prevalence of Mental Disease,” Psychiatric Quarterly 10 (1936): 245-261.
13 David Williams, et al., “Marital Status and Psychiatric Disorders Among Blacks and Whites,” Journal of Health and Social Behavior 33 (1992): 140-157.
14 Steven Stack and J. Ross Eshleman, “Marital Status and Happiness: A 17-Nation Study,” Journal of Marriage and the Family, 60 (1998): 527-536.
15 Coombs, 1991, p. 100.
16 Robert T. Michael, et al., Sex in America: A Definitive Survey, (Boston: Little, Brown, and Company, 1994), pp. 124-129; Edward O. Laumann, et al., The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States (Chicago: University of Chicago Press, 1994), p. 364, table 10.5; Andrew Greeley, Faithful Attraction: Discovering Intimacy, Love and Fidelity in American Marriage, (New York: Tom Doherty Association, 1991), see chapter 6.
17 Randy Page and Galen Cole, “Demographic Predictors of Self-Reported Loneliness in Adults,” Psychological Reports 68 (1991): 939-945.
18 Jan Stets, “Cohabiting and Marital Aggression: The Role of Social Isolation,” Journal of Marriage and the Family 53 (1991): 669-680; Criminal Victimization in the United States, 1992,” U.S. Department of Justice, Office of Justice Programs, Bureau of Justice Statistics, (March 1994), p. 31, NCJ-145125.
19 Ronald Angel and Jacqueline Angel, Painful Inheritance: Health and the New Generation of Fatherless Families (Madison: The University of Wisconsin Press, 1993), pp. 139, 148.
20 Janet Wilmoth and Gregor Koso, “Does Marital History Matter? Marital Status and Wealth Outcomes Among Pre-retirement Adults,” Journal of Marriage and Family, 64 (2002): 743-754.
21 Waite, 1995, pp. 483-507; Waite and Gallagher, 2000, see chapter 8; Wilmoth and Koso, 2002, pp. 743-754.
22 Richard Rogers, “Marriage, Sex, and Mortality,” Journal of Marriage and the Family 57 (1995): 515-526.
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